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Explorando el regio

Volver a los anales de la alianza

En donde se relata como un gato condujo a los magi de la Alianza hasta un nuevo nivel desconocido del regio, y lo que allí encontraron

Siendo el séptimo día del mes de octubre del año de Jesucristo Pantokrator de MCCXX, el siempre mensurado maese Hyperides Hylas de Verditius encuentra en su paseo matutino por las dependencias de la alianza un gato que, en contra de lo que es habitual en los animales carentes de conocimiento o intelecto, no se muestra espantado por su presencia ni intimidado por los efluvios místicos que emanan naturalmente de su Don. Espoleado por la curiosidad ante este suceso sorprendente, maese Hylas decide seguir a este peculiar animal, que parece interesado en conducirle a una zona todavía sin limpiar de la alianza. Allí, en uno de los pasillos que parten del patio principal, parece instarle a seguirle más allá de una sección en la que el techo se ha derrumbado, bloqueando el paso.

Maese Hylas, según la dignidad de su condición de prohombre, hace llamar a unos sirvientes para que procedan a limpiar los escombros. Mientras los sirvientes proceden a franquear el acceso, maese Hylas envía siguiendo los dictados de la prudencia a investigar al innoble Theoclymenus y al guía infiel que trajera consigo la maga Thubayta Al-Shafiyya, el árabe Khalid. Estos avanzan más allá de los trabajos de limpieza, siguiendo al felino por unas escaleras que descienden a una cámara bajo tierra constituida en su mayor parte por un estanque subterráneo artificial con varios canales que se adentran en la oscuridad, donde el minino parece instarles a seguirle por la única salida que no es un canal, un arco a través del cual Theoclymenus asegura que se puede acceder a otro nivel del regio en el que se alza el palacio de la alianza. Movidos por la cautela, los dos siervos retroceden para informar a su amo, que ejerce su siempre buen juicio y resuelve poner estos hechos en conocimiento del resto del Consejo de Miembros, convocando una reunión de carácter excepcional.

Reunidos pues los muy sabios magi de la Orden de Hermes Hyperides Hylas seguidor de Verditius, Cháris Ex Miscellanea, Eric d’Ancelin seguidor de Criamon y Thubayta Bint Al-Hasan Al-Halqa Al-Shafiyya Ex Miscellanea, expone el magus Hyperides Hylas lo acontecido, y se decide por votación unánime investigar la cámara y al inusual felino. A este fin se reúne una expedición encabezada por los magi Hyperides Hylas de Verditius, Eric d’Ancelin de Criamon y Cháris Ex Miscellanea, y compuesta del capitán Elias Moschus, los grogs Genesio, Hyaleo y Pholo, y el guía Theoclymenus. Para la expedición se asigna a Pholo el papel de grog escudo del magus Hylas, a Hyaleo el de grog escudo de la maga Cháris y a Genesio el de grog escudo del magus d’Ancelin. Como medida de seguridad en caso de que se encuentren problemas, el Consejo de Miembros aprueba que los magi de la expedición lleven consigo parte de las reservas de vis de la alianza, para disponer de ellas en caso de emergencia, tomando consigo maese Hylas dos peones de Rego y maese d’Ancelin tres peones de Rego.

El grupo regresa a la cámara subterránea, donde el gato sigue esperándoles, conduciéndoles por el pórtico hacia una escalera que asciende de nuevo. Theoclymenus, gracias a sus extrañas dotes oculares, dice percibir que han penetrado en un nivel superior del regio, y los magi confirman que se encuentran ahora en un aura de séptima potencia, aparentemente un nivel superior del regio hasta ahora desconocido. La escalera les conduce de vuelta al patio principal con columnas, pero pronto se aperciben de discrepancias con el patio que ya conocen, ya que la construcción aquí resulta reminiscente del estilo arquitectónico clásico, los edificios que rodean el claustro tan solo tienen una planta de altura, el jardín se encuentra poco cuidado y poblado de hierbas altas, y la figura del estanque central, que debiera ser una estatua de un pez de cuya boca brota ocasionalmente un poquito de agua, hay una fuente con una estatua de una mujer con los ojos vendados sosteniendo un ánfora, de la que mana agua constantemente.

Decidiendo ignorar al felino, la expedición se dirige al pórtico que da acceso al patio posterior, donde se encuentran los sanctum de los magi. La antesala del pórtico está decorada con un fresco a lo largo de sus paredes que muestra a una mujer sentada sobre un taburete de tres patas recibiendo a una cola de hombres, y que la muy perspicaz maga Cháris Ex Miscellanea indica que le resulta reminiscente de las representaciones de oráculos y sibilas, que habitualmente se muestran sentadas sobre taburetes similares. Esta antesala contiene otro portal, que en lugar de franquear el acceso al patio posterior, da en este caso paso al exterior del edificio, que parece limitarse únicamente al patio principal y las salas que lo rodean. Al otro lado del dintel se puede ver un claro de hierba alta con una gran roca de la que mana un manantial de agua que se acumula en un pequeño estanque natural a su pie, rodeado todo ello por un bosque de higueras bajas. Los muy sabios magus comentan entre sí, sorprendidos, que este nivel del regio parece ser mucho mayor de lo esperado por ellos.

Encontrándose ya prestos a acceder al claro, la preclara intuición de la compasiva maga Cháris la impulsa a advertir al grupo de un peligro inminente, y el sicario Theoclymenus haciendo alarde de una aguda perspicacia advierte de la presencia entre la hierba de pequeñas serpientes amarillas con marcas de diamantes negras en la espalda, deteniendo a una de ellas antes de que pueda atacar a Genesio. Considerando el peligro de la situación, y ante la insistencia del felino que parece estar intentando atraer la atención del muy prudente magus Hylas de vuelta hacia el patio, mis señores deciden regresar al patio, siguiendo al minino que les conduce hacia una de las salas que lo rodean antes de desaparecer saltando al exterior por una ventana. Allí el grupo encuentra una pavorosa escena, pues la sala se encuentra completamente calcinada, con un largo banco de piedra en el centro que ha sido desplazado por un extremo hasta la pared posteriormente a la incineración de la estancia, y el cadáver al fondo de una persona, a penas ya un esqueleto carbonizado, que parece haber muerto sujetando un nutrido conjunto de pergaminos entre sus brazos, también completamente abrasados.

Un primer examen de los pergaminos quemados permite recobrar algunos fragmentos aún legibles, pero escasos y difíciles de relacionar. Tras una lectura de los mismos, el siempre lúcido magus d’Ancelin dice pensar que se trata de alguna especie de diario de uno de los magi de la alianza de Ypógeios, la anterior alianza que estuvo instalada en este palacio de Nikerites. La maga Cháris cree recordar que dicha alianza estuvo asentada aquí poco después del sangriento, aborrecible, execrable, abominable saqueo de la más grande, santa e ilustre de todas las ciudades de la cristiandad, Constantinopla, Puerto del Mediterráneo, devastada por la codicia y la sed de sangre de los falsos cruzados heréticos y apóstatas a la Fe. Sin embargo, la compasiva maga no recuerda con precisión los detalles de aquella alianza perdida, ni los pormenores de las circunstancias de su desaparición.

A la luz de la narración de los textos, mis señores intentan comunicarse con el espíritu del palacio de Nikerites, que les responde incluso en este nivel superior del regio, pero se muestra reacio a contestar preguntas relativas a los habitantes de la anterior alianza, manifestando únicamente que desaparecieron por no hacer caso a sus consejos, y conminando a mis señores a abandonar el lugar y volver al nivel inferior del regio.

Mis atentos señores conjeturan la posibilidad de que el cadáver encontrado pudiera ser el de uno de los magi de aquella desdichada alianza, especialmente a tenor de un objeto que pende aún de su cuello, y que los preclaros magi coinciden en pensar que pudiera tratarse de su talismán. Mientras maese d’Ancelin prosigue la exploración del lugar con Theoclymenus, mi señor Hylas y mi señora Cháris prosiguen el examen de la sala, llegando a varias hábiles conclusiones, como que el cadáver lleva muerto al menos una década a tenor de su estado actual; que el banco fue movido mediante la magia, ya que no hay marca alguna en el hollín de manos que lo empujaran; que al moverlo impactó con fuerza contra la pared, hiriendo a alguien que llevaba ropajes blancos vaporosos, probablemente un vestido de mujer; que esta persona salió caminando, descalza y herida, después de recibir el golpe, aunque el deterioro de las huellas a causa del tiempo transcurrido desde que se dejaran y el paso de varios animales pequeños por el lugar impiden determinar el tamaño del autor, su género u otra información útil; y que se encontraba ya dentro de la sala cuando esta fue incinerada, pues hay marcas de salida en el hollín, pero no de entrada.

Al tiempo que esto ocurre, mi señor el magus d’Ancelin explora otras estancias del claustro, enviando a su sicario Theoclymenus por delante a recabar similar información. Este último encuentra una sala llena de ánforas aparentemente de vino, algunas de ellas rotas; otra sala con el techo hundido, partiendo una gran mesa de piedra que había en el centro, con los escombros sembrados de viales rotos, restos de cristal, y otros objetos que podrían hacer pensar en un laboratorio hermético; otra sala llena de pequeños fragmentos de terracota en los que hay textos inscritos que pasa a examinar el muy ilustre señor d’Ancelin; otra sala vacía; y una antesala recibidor con grandes portones rotos, que da al exterior del edificio por la parte frontal, permitiendo a Theoclymenus observar unos establos de madera arruinados junto a la entrada, por la parte de fuera, y un camino que se aleja del edificio, adentrándose en el bosque de higueras.

El examen de los fragmentos de terracota lleva al preclaro magus d’Ancelin a pensar que pudiera tratarse de un registro de respuestas de un oráculo de algún tipo, aunque la ausencia de un registro de las preguntas dificulta interpretar las respuestas o incluso confirmar si la teoría es correcta. Entre los escritos que revisa, unos pocos de entre lo que a primera impresión parecen más de doscientos fragmentos, encuentra textos como “Las pezuñas del caballo hollarán la media luna” o “El águila bicéfala devorará a la negra pantera alada”.

Todo este proceso de investigación, sin embargo, se ve repentinamente interrumpido ante el ataque de unas pequeñas pero numerosas serpientes, prontamente avistadas por el vigilante Theoclymenus, que da la voz de alarma al advertir que se acercan entre las hierbas del patio. Los grogs se aprestan a defender a los magi a su cuidado, rebanando las serpientes con tanta presteza como pueden mientras evitan sus mordeduras, sin duda venenosas, y ninguno se aplica tan eficazmente en esta tarea como el enérgico Theoclymenus, que en ocasiones llega a decapitar a dos y hasta tres serpientes de un solo sesgo de espada. Sin embargo, la aparición de nuevas y mayores áspides, estas de naturaleza mística según mis señores magi, obliga al grupo a replegarse, pues las sierpes mágicas escupen un veneno de índole no natural que abate a Genesio y Pholo. No es sino la oportuna aparición de mi señora Cháris, habiendo tomado sabiamente la forma de una temible águila, que aterra a los ofidios y provoca que se retiren amedrentados, proveyendo al grupo del espacio necesario para retirarse a la escalera, abandonando el nivel del regio, pero con el temple y la disciplina necesarios para no dejar atrás a los caídos, y para llevarse consigo los cadáveres de las serpientes mágicas, que mis señores determinan posteriormente que contienen un total de diez peones de vis de Animal, a razón de dos peones por serpiente.

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